El hígado recibe aporte sanguíneo mixto, a través de la arteria hepática y de la vena porta. Sin embargo, la vascularización de los hepatomas y de los tumores metastáticos es casi exclusivamente arterial, a través de la arteria hepática (Breedis et al, Am J Pathol 1954; 30:969-977.). Por esta razón, la quimioembolización hepática por vía arterial resulta en necrosis selectiva del tumor, con preservación del parénquima normal circundante, que además se nutre del flujo sanguíneo portal. Su rol en el tratamiento del Hepatocarcinoma está bien estipulado, debido al bajo porcentaje de posible resección quirúrgica (20%), sumado a la pobre sobrevida de este tipo de tratamiento y de la quimioterapia convencional, la radioterapia o el transplante. Es un procedimiento contraindicado en oclusión de la vena porta y/o sus ramas principales, Child grado C,bilirrubina sérica mayor a 3 mg/dl, TGO o TGP mayor a 300 UI/l, encefalopatía hepática o ascitis pobremente controladas, insuficiencia cardíaca, alto riesgo endoscópico de sangrado de várices esofágicas y evidencia de metástasis del hepatocarcinoma. El procedimiento es sencillo: inicialmente se determina la permeabilidad de la vena porta mediante una esplenoportografía y se cateteriza por vía femoral o humeral la arteria hepática en forma superselectiva, inyectándose posteriormente una solución mezcla de adriamicina 20 mg/m2 de superficie corporal, 10 ml de lipiodol y 5 ml de contraste no-iónico. osteriormente puede completarse la embolización con Spongostan (Hepatology 1994;19:1115-1123).