El ductus arterioso forma parte normal de la circulación fetal, comunicando la arteria pulmonar con la aorta descendente. Luego del nacimiento esta estructura involuciona y se cierra en condiciones normales. Su persistencia anormal determina un cortocircuito con flujo invertido desde la aorta hasta la arteria pulmonar determinando hiperflujo en esta última circulación y sobrecaga de volumen tanto de la aurícula como del ventrículo izquierdos.

Morfológicamente la comunicación tiene diferentes variantes anatómicas, que pueden tener importancia en el momento de decidir sobre el cierre percutáneo con diferentes dispositivos (Figura 1). Básicamente los tipos A y B son los más comunes (65 y 18%), y a su vez se pueden subdividir si la comunicación se encuentra anterior, coincidiendo o posterior a la radiolucidez traqueal.

Figura 1: clasificación angiofráfica del ductus arterioso persistente

Desde el punto de vista diagnóstico los pacientes tienen en la auscultación un soplo continuo en maquinaria, con cambios electrocardiográficos y radiológicos inespecíficos. En el ecocardiograma transtorácico se puede confirmar el diagnóstico en el eje corto paraesternal, observándose en el doppler color la entrada de flujo con aliasing distal a la bifurcación de la arteria pulmonar, habitualmente comunicándose con la zona de origen de la rama izquierda de la arteria pulmonar (Figura 2).

Figura 2: esquema ecocardiográfico del ductus en eje corto paraesternal izquierdo.

También la angiotomografía es excelente para el analisis de la morfología, así como también la resonancia magnética. La angiografía también permite delinear en forma correcta la morfología, pero habitualmente se utiliza durante el momento de la intervención para el cierre percutáneo.

Evolución: la sobrecarga de volumen crónica puede provocar la dilatación de las cavidades izquierdas. El hiperflujo pulmonar crónico determina el aumento de las presiones pulmonares, que al acercarse a las presiones sistémicas provoca reducción gradual del cortocircuito y su posterior inversión con shunt de derecha a izquierda y la consecuente desaturación de la sangre arterial, o síndrome de Eisenmenger. Otra consecuencia menos frecuente es la posibilidad del desarrollo de endarteritis en la comunicación, por lo que algunos recomiendan el cierre sistemático del Ductus arterioso a pesar de que el paciente no tenga alteraciones hemodinámicas.

El cierre en general se realiza por vía percutánea y el tipo de dispositivo utilizado dependerá de las características anatómicas del Ductus.